Apocalipsis Piojo

Fecha: 13 de junio de 2016 Categoría: Apocalipsis Zombie Comentarios: 0

Los piojos son una especie persistente. Nos acompañan, quizás, desde el amanecer de la especie. No dudo que los piojos de hoy sean descendientes de parásitos similares que anidaban entre los tupidos matorrales de los primeros homínidos. El caso es que siguen entre nosotros y reaparecen con una especial virulencia. Cuando cursaba la primaria, en la escuela Ignacio Manuel Altamirano de Colima, llegaban de vez en cuando brigadas de salubridad a rascar las cabezas de los infantes. En mi caso eso era un drama, pues tenía el cabello muy chino y el cepillado era con peines de dientes finos y duros. Lo peor es que nunca me encontraban nada, así hubiera una epidemia en esos momentos. Año tras año el drama se repetía. Llegaban las brigadas, encontraban piojos en todos lados menos en mi cabeza, aunque no lograba evitar el dolor del rabioso cepillado en búsqueda de liendres. El caso es que mucho después, en plena era del internet, los celulares y el Netflix, siguen apareciendo brotes piojosos en las escuelas, sin importar que sean de las públicas o las privadas. En efecto, hasta en los colegios caros llega de repente la plaga y las horrorizadas madres de familia corren a comprar tónicos insecticidas a las farmacias. Es como una pesadilla. Pero yo, a la fecha sigo sin experimentar los pasos de algún piojo sobre mi cabeza. Creo que ya nunca lo sabré, pues ya ni pelo tengo y -como dicen mis hijas- los pobres «no tienen ni dónde agarrarse», pero así era desde que tenía mucho cabello. Debe ser algo en el PH de mi cabeza. Una vez soñé que los piojos transmitían una enfermedad terrible que diezmaba a la población del mundo. Los sobrevivientes tenían que raparse para evitar los contagios, lo que había cambiado de forma radical los criterios de la estética. En ese escenario devastador los inmunes seríamos muy apreciados y envidiados, pues andaríamos sin pendiente por el mundo gracias a la ventaja biológica que el azar depositó en nuestras cabezas. El sueño pasó, pero me quedó el temor si tal desatino podría ocurrir algún día. Sería terrible, claro, pero si llega a suceder los inmunes como yo seremos la última esperanza de la humanidad en medio del apocalipsis piojo. Estaré preparado por si ello ocurre y ustedes me necesitan.

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