Leyendo a Clemente de Alejandría me encontré esto: «Los cerdos gozan con el fango, mucho más que con el agua cristalina». Es tan cierto. Sería imposible que gustaran de un elemento distinto al que gozan y para el que parecen hechos. Cuando así sucede, cuando se les saca del fango para criarlos con cierta higiene, parecen fuera de lugar. Se diría que hasta sufren.