El síndrome de Los Adorables

Fecha: 29 de noviembre de 2021 Categoría: Atisbos Comentarios: 0

Con los años aprendí a observar un tipo de personalidad adorable, pero a la vez muy dañina. No la estudio a profundidad todavía, así que este apunte es el resultado de la observación y la valoración instintiva, no de criterios con validez científica. Me animo a compartirlo pues existen perfiles derivados de la experiencia clínica que, si bien no alcanzan un término científico y siguen sin contar con criterios diagnósticos claros, son usuales y aceptados, por ejemplo, el llamado “Síndrome de Peter Pan” (personas con un desfase patológico entre su edad cronológica y su edad emocional).

 

En este caso propongo llamarlo “Síndrome de los Adorables”, a falta de un nombre mejor. Quise nombrarlo en un principio “Síndrome de la Princesa o el Príncipe de Cuento de Hadas”, pero ya existe algo similar y no encaja en lo que yo quiero compartir. Vayamos pues…

 

Algunas personas se muestran amorosas y maravillosas, adorables pues. Mujeres y hombres con este síndrome ofrecen una imagen de equilibrio, por lo general presumen de practicar alguna técnica oriental e incluso participaron en cursos relacionados con la psicología, el autoconocimiento o disciplinas similares.

 

Estas adorables y estos adorables se muestran muy activos en redes sociales, donde comparten temas que parecen extraordinarios: bellos amaneceres, viajes apasionantes, pensamientos positivos, mensajes de paz, reflexiones teológicas, en fin. Parecieran vivir en un equilibrio perfecto, compartiendo mensajes almibarados donde aparece muchas veces la palabra amor.

 

En efecto, es como si derramaran amor todos los días y con cualquier pretexto, lanzando buenaventuras al universo y regocijándose con los pájaros, gatos y todo tipo de animales. Aquí podemos recordar a esas princesas del cine de hadas, cantándole a los pajarillos y los ratones.

 

Por desgracia, a veces orientamos nuestros esfuerzos hacia el lado contrario de nuestra psique. Es decir, presumimos lo que no poseemos. Es como si gritáramos “al ladrón, al ladrón”, mirando hacia otro lado, sabiendo que los ladrones somos nosotros.

 

En este caso, las adorables personas, cuando se relacionan con otras, generan una relación efímera y muy circunstancial que deja por allí muchos corazones rotos. Hablan mucho del amor, pero no saben prodigarlo ni conservarlo.

 

Son personas que parecen cambiar de pareja a cada momento. Emocionan al incauto o la incauta y le hacen creer que son la pareja soñada, para después, con cualquier pretexto, terminar su relación, brindando explicaciones convencionales o incluso adjudicando la culpa a la otra persona. Un día pueden jurar amor eterno y al siguiente ya tienen serias dudas sobre esa relación.

 

Al parecer son personas que en realidad quieren pasar bien el momento y nada más. Para ellas o ellos lo ideal son los llamados “amores de verano”, es decir, romances de unos pocos días o incluso semanas, que concluyen con la temporada y les dejan en libertad el resto del año, sea por la ocasión, el momento o la distancia. Es decir, lo ideal es lo efímero, lo que no durará.

 

Otro rasgo es que no aportan un mínimo de compromiso o fidelidad. Por lo general mantienen muchos romances potenciales en distintos grados de involucramiento, para lo cual utilizan a plenitud las redes sociales, los mensajes de WhatsApp o canales similares. Cuando terminan un romance ya tienen otros en lista de espera para saltar a la aventura.

 

Por lo general son personas atractivas o muy cuidadosas de su imagen exterior y ya pasaron por dos o tres matrimonios o parejas estables (más muchas más de naturaleza inestable o poco duradera).

 

A veces tienen hijos y si bien cuidan ofrecer una imagen de buenos padres o buenas madres (la imagen es muy importante para ellos y ellas), en general derivan la responsabilidad de la crianza a la expareja, a los padres o a los exsuegros. Prefieren verse un ratito con los hijos, compartir imágenes de felicidad familiar por redes sociales y luego desentenderse.

 

No me gustaría estigmatizarlos. No son malas personas y no deben ser señalados. Quizás sólo están buscando llenar algún vacío emocional en sus vidas, pues (como se sabe) muchos trastornos o conductas patológicas tienen un origen similar: un vacío que se quiere llenar de alguna forma.

 

Sólo es prudente, en caso de toparse con las y los adorable, no caer en sus juegos, pues los efectos emocionales suelen ser muy duros, a juzgar por lo que he observado en muchos años.

 

Por otra parte, éstas y estos adorables no cambiarán, pues su juego es placentero y por lo general se salen con la suya. Cuando algo es placentero no es motivo para ir a la terapia y en todo caso los que necesitan ir, después de pasar por sus garras, son sus parejas ocasionales.

 

Un amigo psicólogo me comenta que estos rasgos encajan con algunos trastornos plenamente identificados, como el Histriónico, pero no estoy seguro de eso. Creo que hay características distintas. Ya lo descubriremos.

 

Aún es prematuro explorar cuáles son las causas de este perfil, pero eso lo iré intentando concretar con más estudios. Tampoco estoy seguro totalmente de que exista: sólo es lo que miro por allí.

 

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