Apuntes de la categoría: El pez sin el agua

Tsunami…

Fecha: 29 de enero de 2012 Categoría: El pez sin el agua Comentarios: 0

Si yo fuera el mar me derramaría en ella como un tsunami…

Reflujo en reflejo…

Fecha: 18 de diciembre de 2011 Categoría: El pez sin el agua Comentarios: 1

Las olas se alejan de mí cuando las sigo y se acercan cuando intento alejarlas de mis pasos.

¿Ese ir y venir, flujo y reflujo, será acaso intentar y desistir o tan solo fluir como un reflejo?

Conchas que son libros

Fecha: 17 de junio de 2010 Categoría: El pez sin el agua Comentarios: 0

Las conchas son los libros del mar. Allí anotan sus ideas los cangrejos y las mandan al otro extremo del mundo.

Personajes que veo pasar

Fecha: 17 de junio de 2010 Categoría: El pez sin el agua Comentarios: 1

Me senté frente al mar y dejé perder mi cabeza en el horizonte. A lo lejos un barco y el sol que descendía. Pasó una chica linda con un trajecito delicioso. Me preguntó la hora, se la di y se fue. Pasó una mujer madura pero sólida. Me preguntó por algo perdido, negué con la cabeza y se fue. Pasó una mujer enojada. Me preguntó por su marido, no quise contestarle y se fue. Pasó una familia alegre recogiendo piedrecillas de colores. Me preguntaron por las piedras amarillas, se las señalé y se fueron. Pasaron muchachas de pinta. Me dijeron algo, cuchichearon, se rieron y sin esperar mi respuesta se fueron. Pasaron unos niños que corrían. Me aventaron una pedrada, se las regresé y huyeron. Pasó un aspirante a un cargo de elección popular. Me pidió mi voto, se lo prometí y se fue. Pasó un grupo de regidores discutiendo entre sí. Me pidieron una opinión sobre una polémica, les di una respuesta evasiva, se molestaron y se fueron. Pasó una diputada. Me pidió que le tomara una foto, se la tomé y se fue. Pasó un amigo periodista y me pidió una contribución para algo. Se la di y se fue. Pasó un poeta articulista. También quiso una contribución, se la negué, me amenazó con injuriarme y se fue. Pasó un elefante marino. Me preguntó por el ártico, le dibujé un mapa en la arena y se fue. Pasó una ballena panzona. Me arrojó un chorro de agua, me preguntó si conocía a Jonás, le dije que no y se fue. Pasó una sirena arrastrando su cola. Me preguntó si por allí vendían perfumes, le dije que lo ignoraba y se fue. Pasó una botarga de carnaval. Me preguntó por la fiesta, señalé al sur y se fue. Pasó un caballito de mar. Me preguntó por el recibimiento, le dije por dónde era y se fue. Pasó un chango comiendo un elote asado. Me preguntó si por allí vendían crema y queso, le dije que más adelante y se fue. El sol cayó por fin. Me levanté y me fui a seguir a todos los que pasaban.

En un instante el mar

Fecha: 17 de junio de 2010 Categoría: El pez sin el agua Comentarios: 0

Mucho trabajo en la oficina. Muchas horas en el teclado. Muchas llamadas. Los funcionarios vienen y van. Mi secretaria entra y sale, siempre con algo urgente que debo firmar. Llegan todos, todos se van. En mi oficina cada loco con su tema: poetas incipientes y consagrados; escritores costumbristas con faltas de ortografía; contadores de cuentos que perdieron la inspiración; aspirantes a novelistas con un montón de papeles bajo el brazo; dramaturgos misteriosos; actores desaforados (es decir, sin foro a la mano para dar rienda suelta a su talento); editores sin papel; documentalistas con imágenes perdidas; cineastas desalentados; coleccionistas apasionados; bailarinas desparpajadas (y bailarines coquetos); escultores que atacan la plastilina, el mármol, el bronce y hasta el hielo; promotores culturales con ideas insoportables; técnicos que desean mejores prestaciones; científicos desbarajustados; inventores de algo inquietante; diseñadores de todo tipo; músicos clásicos, tradicionales, baladistas, percusionistas y varios más; cantantes más o menos afinados; colaboradores eficientes, otros olvidadizos y algunos más hasta tornadizos… En fin. Y todos con alguna propuesta, con algún problema, con alguna conjetura y, a veces, en los momentos escasos donde aflora la conciencia, me dan ganas de correr. Y siguen llegando las urgencias al teclado y los funcionarios vienen y van y mi secretaria entra y sale con algo urgente por firmar y llegan todos, cada uno con su tema y algo más. Y de pronto, en la cima de la desesperación, llega un sabor lejano, un perfume de agua salada y pienso en el mar.