Algunos acordes de tu piel
suenan a condena.
Me hunden, inconsolable.
―Desearía no escucharlos―
Otros, los discordantes,
son pecaminosos,
animan la inmersión.
―Desearía ensordecerme
con ellos―
Cada rasgueo de tu piel
suena a lo mismo
mientras te escucho.