Alguien tomó un hilo de mí. Primero fue suave, después a tirones.Cuando llenó dos canastos desistió y se fue.
Me dejó por allí, desmadejado.
Desde entonces intento anudar las hebras deshechas, zurcir y trenzar un poco… Remendarme pues.
Me dijeron que no es importante, que nadie se fija: que puedo andar por allí con los cabos sueltos, descosido, soltando mis propios hilachos.
Me dicen también que ya llegará quien me enhebre y ordene en madejas, pero no me gusta andar así, tan deshilvanado.
Por eso me unto pegamento, me envuelvo en mi mismo, me lío de nuevo y doy forma de ovillo.
En suma: me convierto en bulto y sigo caminando.
Sólo temo que mi gato juegue conmigo.