Fingirse loco

Fecha: 23 de julio de 2020 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0
Gran serie Godfather of Harlem (2019), con las actuaciones de primera línea de Forest Whitaker, Vincent D´Onofrio, Luis Guzmán, Chazz Palminteri y el histórico Paul Sorvino. De alguna forma es una serie heredera del subgénero «blaxpoitation», que se distinguió por la acción y el thriller de bajo presupuesto, destinado al público afroamericano. Incluso existió una película de los años 70 llamada, también, El Padrino de Harlem, con una historia similar e inspirada en el mismo personaje: el mafioso Bumpy Johnson, vinculado a figuras legendarias de la mafia noeyorquina, como el mismo Lucky Luciano y el «diplomático» Frank Costelo.
 
Por la serie desfilan figuras de la época, como el famoso orador, ministro religioso (de la llamada «Nación del Islam») y activista, conocido como Malcolm X. También aparecen por allí Cassius Clay (Muhammad Alí), el famoso delator de la mafia Joe Valachi (el que dio a conocer al mundo el término «Cosa Nostra») y muchos más, entre ellos un personaje fascinante: Vincent “Chin” Gigante.
 
Podríamos hablar horas de este periodo, pero me interesa en especial referirme a este personaje histórico, Gigante, que tiene un papel esencial en la serie.
 
Vincent Gigante, conocido por su apodo «Chin» (barbilla o mentón), fue un famoso mafioso que ascendió hasta los escalones más altos de las familias criminales neoyorquinas, con una influencia que se prolongó por décadas (fue líder de la “familia” Genovese hasta el 2005).
 
Este mafioso eludió durante años la acción de la justicia con una inusual estrategia: fingía estar loco, con ciertas características que imitaban a la esquizofrenia. Lo hizo tan bien que hasta el FBI pensaba que era mentalmente incapaz para ser juzgado. Incluso tenía valoraciones psiquiátricas (amañadas, sin duda) de tales dolencias y hasta de una disminución dramática de su capacidad intelectual, la que se ubicaba por debajo de lo normal.
 
Todo eso era falso, claro, pues en realidad era un tipo despiadado, de aguda inteligencia y sin límites morales.
 
Gigante se ponía a pasear durante el día por las calles aledañas a su casa en una sucia bata, con pantuflas y con una apariencia totalmente descuidada. Babeaba, hablaba incoherencias y actuaba como un perturbado todo el tiempo. Cuando llegaba a su casa, siempre de la mano de algún colaborador, se ponía a organizar y controlar su imperio ilegal. Parte de ese imperio se sustentaba en el juego, la extorsión y la venta de drogas.
 
La serie explora una etapa de la vida de Gigante cuando controlaba operaciones criminales en Harlem y entra en conflicto con el protagonista, el mafioso afroamericano Bumpy Johnson.
 
Décadas después de su farsa de locura, Gigante fue por fin capturado y sentenciado. Entre otras acusaciones se le señaló la obstrucción de la justicia, pues se consiguieron pruebas de su actuación en privado, en total coherencia y tomando decisiones astutas. Moriría en un hospital para prisioneros en 2005.
 
Aquí vienen unas dudas:
 
¿Será posible fingirse loco por años y años, sin que tal tendencia embote el propio raciocinio y la noción de la normalidad cotidiana?
 
¿Si nos fingimos locos durante varias horas del día será posible retornar a decisiones coherentes el resto del tiempo?
 
¿La farsa de la locura no impregnará nuestro ser y nos dominará?
 
¿Tendríamos la capacidad de separar lo que es la locura y la “normalidad”?
 
Todo un caso digno de reflexión. Tan sólo por eso Gigante es una personalidad digna de estudio.
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