Ser o no ser (o el recurso del pellizco)

Fecha: 31 de diciembre de 2017 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 0

Supongo que soy, que existo, pues estoy preguntándome por algo y trato de responderlo. Por lo menos eso decía el buen Descartes: pensar implica existir. Pero no estoy tan seguro. Descartes todo lo quería conducir por un método, es decir, por un camino cuidadosamente trazado y con los años aprendí que esos caminos se vuelven veredas caprichosas. Cuando menos lo esperamos ya nos metimos en un callejón sin salida o deambulamos al filo de un abismo.

Quizás mis dudas, en realidad, son ecos de una duda inicial y soy tan sólo el retumbar de una pregunta formulada hace mucho o quizás el sonido de un pensamiento que sigue vibrando por allí.

También creo ser corpóreo y entonces supongo que existo, pero de un tiempo a esta parte me doy cuenta que quiero tocarme y no puedo, como si fuera inasible para mí. Quizás es que soy el fantasma de mí ser, aun cuando todavía sea algo para los demás.

Incertidumbre. Podría salir por allí a pedirle al primero que pase que me pellizque, para ver si así logro conciliar mi ser con la certeza. Lo haría, claro, pero es posible que el susodicho suponga que estoy loco o que soy un depravado. A estas horas y en este día del año, en lugar de un pensador parecería un solitario desesperado o algún masoquista del pellizco.

No, demasiado arriesgado. Yo no pellizcaría a alguien que me lo pidiera en mitad de la noche por estas calles. Supondría que después del pellizco me pediría un beso o algo peor. No, no, no… Mejor seguiré suponiendo, en la soledad de mi estudio, que existo porque alguien, aún a esta hora, puede leerme.

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