Los dioses no lo revelan todo. Nos lo dicen a gotas, nunca en torrente, y sólo nos permiten avanzar a tientas, con la sonda en la mano, dando bastonazos de ciego: imaginando, avanzando, retrocediendo. Pero los dioses también nos confunden dándole certeza a lo errático y haciendo cómodo lo falso, o al revés: llenando de dudas lo certero y volviendo incómodo lo cierto. A veces se empecinan en confundirnos y gustan darle poder a lo estúpido e impotencia a lo sabio. Pero no nos inquietemos, que no siempre los dioses son tan traviesos y en ocasiones, contadas pero significativas, nos permiten dar un salto en la comprensión de las cosas. Recordemos que les gusta apretar algunos pescuezos, pero rara vez ahorcan del todo.