Carroña…

Fecha: 10 de enero de 2012 Categoría: Miniaturas del dudoso origen Comentarios: 1

Ver a las aves carroñeras devorando a un cadáver es un espectáculo ingrato. Causa cierta repulsión, incluso sabiendo que cumplen una importante función natural y que su afición es más aceptable que la depredación de las bestias asesinas. Quizás, muy en nuestro interior, pensamos que los asesinos de la naturaleza son más fieros y elegantes que los simples carroñeros. Después de todo, un guerrero es más admirable que un limosnero. Pero se nos olvida que el hombre fue, en sus inicios, un carroñero antes que un cazador. Los primeros homínimos que ampliaron su ingesta de proteína con la carne y que iniciaron el camino biológico para la dilatación de su capacidad cúbica craneal fueron, en esencia, carroñeros. Es algo sencillo de entender: es mucho más sencillo consumir lo que ya está muerto que matar a una gran bestia, Además, siempre quedaba algo por succionar, como el sabroso tuétano de los huesos, cuando ya se habían hartado los cazadores naturales mejor dotados. Esa disposición carroñera no sólo nos brindó el alimento que desencadenó nuestras potencialidades: también pudo influir en el desarrollo de algunas cualidades que luego, debidamente fortalecidos, nos aventurarían por el camino de la matanza para el consumo y, en su momento, de la utilización de instrumental de piedra para llegar a esos rincones innaccesibles para la dentellada de las bestias. Las primeras agrupaciones homínidas que consumieron carne debieron ser fundamentalmente carroñeras y esporádicamente cazadoras. Así que al mirar a esos carroñeros de hoy, al buitre, al rompehuesos, quizás nos estemos mirando un poco a nosotros mismos. Quizás por eso nos causan tanto desagrado.

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Comentarios

  1. Yo añadiria que la prueba mas clara de lo que dices la tenemos en la conducta de ciertas personas, que literalmente se tiran a la rapiña en cuanto ven la oportunidad.

    Hace poco comentaba con algunos amigos que en caso de un desastre natural, no me daria miedo la sequia, ni la escases de alimento, si no el comportamiento de mis congeneres que frente a la escases se convertirian en eso… en carroñeros y aves de rapiña.