No puedo: necesito al toro

Fecha: 13 de mayo de 2016 Categoría: Palabra hablada Comentarios: 0

Cuando me invitan a dar una charla o una conferencia, acepto con gusto. Lo mismo ocurre cuando me invitan a compartir algunas palabras con un motivo especial: una ceremonia cívica, la clausura de un foro o algo así. Incluso doy cursos gratuitos de oratoria cuando mi tiempo lo permite y se organiza un buen número de interesados. Lo que no acepto es decir discursos por decirlos, como si alguien me dijera: «pronuncia un discurso para ver cómo es eso de la oratoria». No es posible. Me explico: un discurso es una respuesta intelectual y emocional a un momento específico. La oratoria, por su parte, es el método para conseguir la exacta combinación de argumentos y sentimientos que logren un efecto de persuasión y agrado al mismo tiempo. Pronunciar un discurso sin la sincronía con el momento es un absurdo. Una vez escuché a un conocido torero negarse a mostrar sus movimientos para ilustrar a una audiencia. Dijo: «no puedo, necesito al toro. Hacer pases sin toro no es torear, eso es como un ballet y yo no bailo». Es lo mismo con la oratoria. Sin la circunstancia propicia no lo es: sería gesticulación y grito. En suma, un producto grotesco y para mí inadmisible

Compartir en

Deja tu comentario