Risitas misteriosas

Fecha: 7 de abril de 2016 Categoría: Pasa-Tiempo Comentarios: 0

Yo puedo entender que las poblaciones nativas de lo que hoy llamamos México tuvieran problemas para entender la mentalidad conquistadora de los castellanos que arribaron con Hernán (o Hernando) Cortés y también reconozco la astucia y audacia de este conquistador. Lo que no puedo entender es que esas dichosas poblaciones, que se suponían tan acostumbradas a la guerra, fueran tan ingenuas para tender celadas al pequeño grupo expedicionario. Cuando leí la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, me aterrorizó la descripción de cómo descubrieron la trampa que pretendían imponerles los habitantes de Cholula en acuerdo con los mexicas de Moctezuma. Los de Cholula los recibieron con solemnidad y buena voluntad aparente. Después los de Castilla se darían cuenta que Moctezuma había acordado que los prenderían durante la noche y se los llevarían atados a su capital. Hasta aquí todo parece en orden, pero ¿cómo es que se dieron cuenta de la trampa? Muy sencillo. Primero vieron a los habitantes muy en paz y hasta les ofrecieron de comer los dos primeros días. Al tercer día ya no les dieron de comer y dejaron de aparecer por allí, con su ceremonial acostumbrado, los caciques y sacerdotes. Lo peor es lo siguiente, según las propias palabras de Díaz del Castillo: “si algunos indios nos venían a ver, estaban apartados, que no se llegaban a nosotros y se reían como cosa de burla”. Digo, no puede hacerse más evidente una trampa. Es como si un niño quisiera sorprendernos atrás de la puerta. No me extraña la dichosa conquista.

Otra cosa: favor de no hacerse el indignado nadie, que no estoy a favor ni en contra de tal acontecimiento. Yo nada más comento lo apuntado por Bernal, que seguro tiene algo de cierto.

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