Lo que viene. Un poco de reflexión y algunas propuestas

Fecha: 20 de agosto de 2015 Categoría: Textos de contienda Comentarios: 1

El pasado 19 de agosto participé en la Asamblea de Consejeros Políticos Estatales del Partido Revolucionario Institucional. Dije allí unas palabras con la representación del Gobernador del Estado y aproveché la oportunidad para compartir con los priístas algunas reflexiones que considero importantes. Como los asistentes me pidieron una copia del mensaje y lo traía apenas en borrador, lo comparto aquí, apenas revisado para eliminar algunas innecesarias repeticiones propias de su pronunciación. Debo aclarar que es un discurso y no un ensayo, así que no se busquen aquí datos y conceptos debidamente formulados. Son ideas y aportaciones para contribuir al análisis interno.

No entregarse al derrotismo. Es el mensaje quiero compartir con ustedes.

La derrota es perder una batalla —lo que ocurre en todo momento, pues sólo morirá invicto el que nunca compitió— y derrotismo es caer en los vicios que atrae la mentalidad perdedora.

Vamos a ilustrarlo:

  • Si opinamos sobre la pérdida de posiciones representativas en la elección reciente, identificamos algunas de sus causas y proponemos alternativas para superarlas, nuestra mentalidad no será derrotista. Al contrario, estaremos revisando con sentido crítico y discutiendo enmiendas.
  • Si compartimos nuestro desánimo por los problemas, buscamos culpables que funcionen como chivos expiatorios y protestamos por lo que faltó hacer sin pensar en soluciones, nuestra actitud será derrotista.

Para alejarnos del derrotismo exploremos algunas reflexiones y propuestas, de las cuales asumo la responsabilidad.

Es necesario reconocer la caída en las preferencias electorales. El PRI obtiene la gubernatura, es cierto, pero con un estrecho margen. Sólo mantuvo dos municipios de los diez de la entidad, Comala e Ixtlahuacán. Entre los 8 municipios restantes, los perdidos, se encuentran los cuatro más importantes en términos poblacionales y económicos: Colima, Manzanillo, Tecomán y Villa de Álvarez. En cuanto a los diputados locales, obtuvo la victoria como partido sólo en un distrito y en cuatro más con apoyo de la coalición, frente a un total de 16[1]. En cuanto a los distritos federales sólo obtuvo el triunfo en el 1 (donde están ubicados los municipios de Colima, Comala, Coquimatlán, Cuauhtémoc, Ixtlahuacán y Villa de Álvarez), gracias a los votos aportados por la coalición con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), y perdió en el 2 (donde se localizan los municipios de Tecomán, Armería, Ixtlahuacán y Manzanillo)[2]

Es una caída, sin duda, pero debemos recordar que está vinculada con un momento electoral específico. En los sistemas democráticos los partidos experimentan momentos de ascenso y descenso, dependiendo de la circunstancia que enfrentan y del ánimo político de los ciudadanos. El tiempo dirá si el PRI logra recuperarse en la entidad o si mantiene su debilidad. Precedentes existen para ambos supuestos:

  1. La historia electoral y política demuestra que el PRI es un partido que sabe recuperarse, incluso en los escenarios más catastróficos como la pérdida de la elección presidencial. Debe recordarse que aquel momento los analistas daban por segura la progresiva desarticulación y eventual desaparición del PRI, considerando su condición de partido formado desde el poder y sin un precedente competitivo real, pero el PRI comenzó a recuperarse en elecciones locales y procesos federales, hasta que terminó conquistando de nuevo la presidencia.
  1. En cambio, existen escenarios competitivos donde el PRI no ha logrado recuperarse con claridad, a pesar de los mejores esfuerzos dedicados a ese propósito. Por ejemplo, es evidente que en la Ciudad de México (el Distrito Federal) el PRI salió en algún momento de la mentalidad política de los ciudadanos sin lograr inscribirse allí de nuevo. Eso también puede ocurrir en Colima y el gran reto es evitarlo.

Para intentar la recuperación propongo algunos temas que exigen revisión. Son apenas enunciados y tienen origen en lo intuitivo. Exigen un análisis detallado para comprobar su utilidad. Los priístas pueden extraer del análisis otros más.

Coaliciones

Los priístas debemos revisar, con el apoyo de herramientas electorales y recogiendo los testimoniales de candidatos y militantes, el modelo de coalición electoral parcial, pues si bien en algunos aspectos pareció ser benéfico, en otros generó confusiones y rencillas que afectaron la elección en su conjunto.

Ese convenio atendió la postulación de candidatos de convergencia a los cargos de Gobernador del Estado, a las fórmulas de diputados locales por el principio de mayoría relativa en diez distritos electorales uninominales y a los presidentes municipales, síndicos y regidores de los ayuntamientos de cinco municipios del estado[3].

El anuncio del convenio de coalición del PRI con el Partido Verde Ecologista de México y el Partido Nueva Alianza, en las primeras semanas de año, fue bien recibido pues otros partidos intentaron convenios similares sin conseguirlos. Pero esa percepción inicial arrojó complicaciones durante el proceso electoral, pues en los distritos y municipios donde nuestro partido no participaba en coalición la información era confusa. Los candidatos priístas a diputados locales o presidentes municipales tenían que explicarles muchos detalles a los ciudadanos, pues los partidos que apoyaban a su candidato a gobernador les rivalizaban su cargo en el ámbito distrital y municipal.

No es para menos. Imaginemos al candidato a la candidata priísta de un distrito o municipio sin coalición enfrentando a un duro rival electoral, digamos uno del PVEM, que llena el territorio de propaganda donde aparece al lado del candidato priísta a gobernador. En una contienda difícil tales enredos pesan: se ponen en riesgo los votos y se dilapidan muchas energías explicando el escenario a los votantes.

Una vez hecho el análisis, insisto, con datos en la mano, deberemos valorar lo que nos aportan esas coaliciones parciales y si vale la pena sostenerlas en otros retos competitivos.

Los “equilibrios internos”

El PRI debe generar propuestas de candidaturas que atiendan menos los equilibrios internos y se arriesguen más a la correcta interpretación de la preferencia de los ciudadanos. Dicho con otras palabras: pensar más hacia afuera (lo que puede opinar la sociedad de la propuesta electoral) y menos hacia adentro (la balanza de las posiciones partidistas).

A veces integramos fórmulas a los cabildos que cuidan muy bien los equilibrios internos, entendiendo estos equilibrios como la participación de sectores, organizaciones y de los grupos políticos vinculados al partido, pero algunas de ésas fórmulas suman poco en términos electorales.

En elecciones competidas, cuando los aspirantes a candidaturas con un perfil estrictamente partidista no logran generar una razonable certidumbre electoral, deben elegirse propuestas con perfiles más atractivos para la sociedad. De nada nos sirve elegir candidatos o candidatas con prestigio partidista si los arrojaremos a una posición vulnerable frente a los electores.

Comunicación política

Los priístas requerimos capacitación en materia de comunicación y propaganda política, pues seguimos apostando por nuestras fortalezas tradicionales, como son la movilización y los mítines multitudinarios, pero descuidamos el mensaje que se transmite de forma consistente a lo largo de la campaña y que es capaz de mover el voto social no incorporado a los mecanismos de partido.

Necesitamos generar mensajes centrales más sólidos y susceptibles de un mejor aprovechamiento publicitario, que establezcan con claridad la diferencia y permitan ganar el día con día.

Revisar las fórmulas del ayer

Los priístas solemos repetir fórmulas exitosas que ayer funcionaron y pensamos que si las seguimos repitiendo nos darán el mismo resultado, pero la sociedad cambia.

Recordemos que según la definición clásica, los cambios de fortuna ocurren porque seguimos haciendo lo que funcionó bien en algún momento sin atender el cambio de circunstancias.

Uso de encuestas

Elección tras elección comentemos el error de confiar decisiones estratégicas de las campañas (incluso desde la etapa de selección de candidatos) a empresas encuestadoras que no cumplen bien su trabajo o incluso falsean de forma evidente sus resultados.

Desde hace años se volvió un recurso partidista (de todos los partidos) colocar encuestas “favorables” en los medios de comunicación o incluso repartirlas como volantes entre la sociedad. Desde mi apreciación esas tácticas son poco productivas: la sociedad sabe que allí se esconden trampas y que la mayor parte de los resultados electorales contradicen lo dicho por los partidos con encuestas previas.

Pero hay algo peor. Los partidos no sólo utilizan empresas encuestadoras sin veracidad como recurso de influencia: también sucede que les llegan a creer sus resultados. De esa forma, una mala encuesta, elaborada por empresarios poco éticos, es perjudicial al doble: no sirve para convencer votantes indecisos y genera confusión en la toma de decisiones.

Creo que eso nos sucede en muchas ocasiones a los priístas. En este proceso electoral leí encuestas cuyos pronósticos contrastaron al extremo con los resultados definitivos y hasta vi que cierta empresa debió rectificar varias veces los resultados de su “encuesta de salida” el día de la jornada electoral, pues conforme avanzaba la noche se dio cuenta de la magnitud del desacierto inicial que había anunciado en rueda de prensa.

Innovación en el trabajo político territorial

El modelo de estructuras seccionales funciona bien en muchos casos y en otros no. Eso lo sabemos los priístas. En los casos buenos contamos con una estructura partidista que genera una presencia permanente, con efectos electorales competitivos. En otros casos —los menos creo yo, pero existen— tenemos un problema, pues ciertos liderazgos adoptan un mecanismo clientelar que puede entrar en conflicto con la comunidad, ya que los recursos para un mantenimiento constante nunca serán suficientes. Además existe el riesgo que una estructura, al no funcionar a favor, pueda funcionar en contra.

El modelo seccional permanece y mientras no exista una reforma partidista nacional deberá administrarse lo mejor posible, pero eso no implica que sea lo único que deba y pueda hacer el PRI en la entidad. Al contrario, los priístas colimenses estamos obligados a explorar nuevos métodos de trabajo político en el territorio.

Aquí podemos presentar una propuesta. Quizás no sea la mejor y ni siquiera es novedosa, pero es una aportación y sin duda otros priístas podrán anotar algunas más. La mía es crear un modelo de organización militante llamado “Células de Partido”, (también se les puede llamar “Redes de Partido”). El propósito es identificar a los priístas con cierto liderazgo en un ámbito determinado (profesores jubilados o en activo, funcionarios o ex funcionarios, pequeños comerciantes, profesionistas independientes, etc.), para habilitarlos como coordinadores y solicitarles un listado de amistades afines al PRI que puedan organizarse o reunirse de forma periódica (algo similar a los listados de “promotores” y “promovidos” que se organizan en cada proceso electoral).

Una vez creadas estas células el PRI debe proponerles actividades permanentes de integración, aprovecharlas para difundir la actividad partidista e informarles sobre lo que ocurre en materia de debate social y político. Se trata de mantenerlas en un estado de identidad y, por tanto, de afinidad.

Por supuesto, este modelo, si bien encuentra un ancla en el territorio (los vecinos), permite un sistema de trabajo extraterritorial (amistades y familias). Esa estructura facilitaría un andamiaje adicional para el trabajo político, que puede enriquecer la estructura formal que aportan los liderazgos territoriales tradicionales.

Habilitar nuevos liderazgos

Una de las carencias del PRI en este momento se localiza en las y los aspirantes a cargos de elección popular. No es mentira: abundamos los que queremos ser candidatos, pero en el momento de la verdad, cuando contrastamos el perfil con las exigencias competitivas, las opciones se reducen. Parece que contamos con pocas opciones, quizás por nuestro empeño en extraer candidatos de las canteras tradicionales: las estructuras partidistas o los representantes populares en activo.

Es momento de mirar hacia otros lados. Por ejemplo, en el gobierno estatal y los gobiernos municipales colaboran profesionistas jóvenes dotados de buena imagen y sentido de responsabilidad. La mayoría de ellos son priístas, aun cuando no participen activamente en tareas de organización o representación. Si fueran orientados y administrados podrían brindar un nuevo impulso al partido. Sin embargo, no existe un programa permanente de incorporación política que aproveche a estos potenciales activos políticos.

Tal preocupación puede extenderse a otros espacios, como las instituciones de educación superior y los gremios de profesionistas en la entidad.

Debate frente a los cabildos

En los cabildos se debe generar el debate frente a las administraciones antagónicas en los espacios municipales, pero los representantes del PRI a veces no cuentan con los mecanismos de información y los recursos argumentales para lograrlo.

Es necesario un programa integral de atención a los regidores priístas, que permita ir construyendo un discurso homogéneo y una estrategia política asociada, lo que será muy útil en este momento en que seremos oposición en 8 municipios.

Debate frente la sociedad

El PRI debe volverse un partido con mayor capacidad de debate social, lo que implica participar activamente en los temas controvertidos y de interés ciudadano para fijar posiciones y ganarlas.

Cuando un organismo partidista no cuenta con una representación mayoritaria en los espacios deliberativos, como lo estaremos nosotros en la próxima legislatura estatal, el debate debe salir de ese espacio para volverse cada vez más público.

Revaloración histórica y capacitación

El PRI es un partido con una historia importante en el ámbito local, pero es una historia que suele olvidarse con facilidad. El trabajo partidista también debe orientarse a esa recuperación mediante publicaciones y homenajes constantes a los cuadros destacados del ayer para contribuir a un nuevo sentido de identidad.

Lo mismo ocurre en el aspecto doctrinal, pues desde hace años escasean las publicaciones que permitan al priísmo adentrarse en su propia ideología. Por su parte la capacitación, si bien constante, se ha orientado a temáticas tradicionales en lugar de promover enfoques actuales de mercadotecnia, nuevas tecnologías y propaganda.

Algunas tareas inmediatas

El momento exige que atendamos acciones concretas e inmediatas, entre las que identifico a las siguientes:

—      Trabajar para la reconstrucción partidista en cada municipio, reintegrando a una multitud de militantes que pudieron sentirse ajenos a las decisiones electorales recientes.

—      Reorganizar a los grupos locales para volverlos una fuerza activa en una circunstancia opositora, lo que implica una reeducación política de los militantes.

—      Generar un nuevo sentido de identidad de partido en la nueva circunstancia, considerando que los mecanismos de influencia social mediante clientelas leales se verán afectados por la debilidad en la representación política y de gobierno.

—      Alentar la innovación en métodos de trabajo político frente a la sociedad, es decir, nuevas formas de manifestar la presencia partidista en la vida cotidiana de los ciudadanos.

—      Defender los buenos resultados de la administración estatal y las administraciones municipales. No permitamos que se diga sólo lo controvertido, pues todo juicio en ese sentido es por necesidad parcial y conveniente a otras opciones partidistas. Si bien los errores implican revisión, crítica y reflexión, también se debe aquilatar lo bien hecho y en los gobiernos con origen priísta se alcanzaron muchos buenos resultados.

En suma, lo más importante del trabajo político está por iniciar y de lo que se haga dependerá el destino político de nuestro partido, pero también de la entidad.

Lo único que no debe estar en nuestra agenda es el derrotismo.

 


[1] Obtuvo la victoria como partido en el distrito 4 (correspondiente al municipio de Comala y una parte del municipio de Villa de Álvarez), si bien gracias a la coalición parcial con el Partido Verde Ecologista (PVEM) y el Partido Nueva Alianza (PANAL), logró la victoria en los distritos 5 (correspondiente a Coquimatlán y una parte del municipio de Colima), 6 (Cuauhtémoc y Villa de Álvarez Noreste), 8 (Villa de Álvarez Sur) y 16 (Tecomán Sureste).

[2] En el distrito federal 1 el PRI obtuvo por sí mismo el 26.60% de los sufragios, frente al 27.85% del PAN y el 28.45% del PRD. El triunfo final lo obtiene por la coalición federal con el PVEM que le aporta el 02.41% de los sufragios. En el distrito federal 2 el PRI obtiene el 32.45% de los sufragios frente al 40.99% del PAN, pero aquí no es suficiente la coalición, aún cuando el PVEM le aporta el 05.33%   Fuente: http://computos2015.ine.mx/Entidad/VPCyCI/detalle.html#!/6/1 y http://computos2015.ine.mx/Entidad/VPCyCI/detalle.html#!/6/2

[3] Puede consultarse el convenio de coalición en: http://www.ieecolima.org.mx/convenios%20de%20coalicion/convenio2015.pdf

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Comentarios

  1. Una gran colaboración y aporte al
    Análisis pos-electoral.
    La red jóvenes por Mexico, aclama las voces que buscan que nuestro partido innove, rompa paradigmas, y que sobre todo, sea empatico con la sociedad vigente.
    Si no cambiamos, nos cambian.