Algunos pasajes son impracticables, son caminos que no llevan a nada, que seducen al inicio pero luego desencantan. Aporías les decían los griegos: a (no) y poría (pasaje), queriendo decir que no se puede pasar a través de eso. A lo largo de los años he caminado por muchos así, por pura terquedad, intentando domesticar lo salvaje, hacer florecer lo yermo o suavizar lo escarpado. Después venía, como era inevitable, la desilusión, la inoportuna conciencia de que todo fue un error. Espero este año evitar las aporías. Ser menos terco, menos explorador, menos desafiante. Espero tener la sabiduría de aceptar sin osadias lo que no puede ni debe transitarse.