Lo estéril se parece más a lo abundante que a lo escaso. Es en la abundancia cuando decrecen los ímpetus y se arruinan los mejores afanes. En cambio, en medio de lo árido y lo adverso se amplifican los esfuerzos y se consiguen los mejores resultados. La civilización pudo nacer en lo casi desértico, nunca en lo selvático.