Si eres un Ave del Paraíso
guarda el esplendor de tus alas.
Elige la modestia y la prudencia.
Evita el aleteo presuntuoso.
Reguarda su poder de las miradas.
Si insistes en el magnífico despliegue
atraerás no sólo admiración, sino recelo.
Alguien, un bárbaro, codiciará tus plumas.
Las volverá penacho
y danzará después con ellas…