Mirarte mientras juegas al columpio,
mientras tus hebras trastornan mi universo…
Y, a todo eso,
mientras te meces desganada,
mientras vas y vienes
imaginando lo que sigue…
¿Por qué no soy tu columpio?
¿Tu vaivén?
¿La mecedora que rechina de gusto
cuando te sientas en ella?