«Ya conoces, caminante, quién era. Apenas llegué a ser…»
En una tumba romana, siglos I – II d.C.
No es un mal epitafio. Aquí se refiere a un niño de 7 años que murió al final de primer siglo o al inicio del segundo, en nuestra era. Pero, mirándolo bien, podría ser para todos los seres humanos en cualquier época y de cualquier edad. Seguimos el curso de una vida, que por más larga que sea, apenas alcanza para ser algo de lo que soñamos con ser.