Ayer intenté releer La muerte de Danton de Büchner, pero el día fue tan ajetreado que me fue imposible. Se diluyó en un ir y venir por apremios laborales y otros pendientes. Intenté al menos, al llegar a mi habitación, disfrutar alguna película alusiva: el Danton de Wajda, La noche de Varennes o algo así, que por fortuna tengo a la mano. Imposible. Al llegar cometí el error de encender la pantalla y quedar embobado con un documental que apareció por allí. Desperté al amanecer sin recordar el momento en que cerré los ojos. En fin, no pude celebrar como se debe el 14 de julio. Que me perdonen los clásicos. El día de ayer no fue vivido a plenitud, pero ya vendrán otros 14 de julio.