Apuntes de la categoría: Sin categoría

Circulares

Fecha: 1 de octubre de 2023 Categoría: Nueva guía de perplejos, Sin categoría Comentarios: 0

Algunos son magníficos en la discusión pero pésimos en la búsqueda de la verdad.

Al ganar pequeños intercambios verbales se retiran satisfechos, empapados en sus propias palabras alejadas de la realidad.

Viven en la trampa de sus propios argumentos.

El dilema

Fecha: 30 de junio de 2022 Categoría: Sin categoría Comentarios: 0

Maté a un hombre y sé que por ello sufrirá mi alma.

Pero hace un año fue amputada mi pierna derecha.

Entonces, ¿será posible que el alma de mi pierna, que no participó en el homicidio, goce en el cielo mientras que el alma restante purgue su castigo en otro lugar?

Soledad que vuelve a ella

Fecha: 26 de marzo de 2021 Categoría: Historias al pasar..., Sin categoría Comentarios: 0

De vez en cuando me siento un poco solo, no mucho, apenas lo suficiente para darme cuenta, pero vaya que me doy cuenta. No es algo sencillo, ojalá lo fuera pero es complicado interpretar la soledad. No es una cuestión de magnitud: es más bien una percepción de ausencia. Por ejemplo, se puede estar de pie en multitud y seguir a solas. Otros se sienten acompañados cuando nadie queda alrededor y algunos más, los hay, que no les importa una u otra cosa (afortunados los otros y los algunos, pero no estoy entre ellos) Lo cierto es que estar a solas (y sentirse solo) es peor cuando nadie lo sabe, ni siquiera ella y sé que si acaso lo supiera no le importaría. Sé que diría que sí, que claro que le importa, pero sabemos que no es así, pues si acaso le importara entonces no estaría solo, sino con ella y entonces este apunte solitario no tendría sentido. Incluso creo que si le contara que me siento solo apenas reaccionaría: quizás haría un gesto de desdén, una mueca de incomprensión o miraría con una duda despectiva. Es más, ni siquiera levantaría una ceja y después de decir algo, lo que fuera que dijera, sería algo dicho para ella y no para mí y después se olvidaría de todo ―de mí, de la soledad, de su gesto de desdén, de su mueca de incertidumbre y de su mirada cargada de una duda despectiva― para seguir haciendo lo que hacía, algo que nada tendrá que ver con lo que yo decía. Insisto, es algo complicado, pero, a todo esto… ¿Por qué regreso a pensar en ella, cuando es por ella que me siento más solitario que otras veces? Quizás sea porque al pensar en soledad inevitablemente pienso en ella y entonces algo valdrá la pena de sentirse a solas este día.

Mis otros yo

Fecha: 26 de marzo de 2021 Categoría: Sin categoría Comentarios: 0
El ser, siendo uno, contiene multitudes. Y es que somos inmensos, según lo dijo Whitman.
Quizás por eso, cuando estoy con ella, acuden en tropel mis otros yo.
Quieren decirle lo que digo, acariciarla con mis manos, recorrerla con mis labios, contagiarla con mi ánimo.
Se dan cita ésos que soy yo,
como aquél que tanto se asusta,
el que es tan inseguro,
el que a veces se vuelve arrojado,
el que no logra ser insensible,
el que anhela lo sofisticado y termina entre lo burdo,
el que cede al lado iracundo,
el que duda sin acierto,
el que intenta ser alegre y se derrumba melancólico,
el que prefiere encerrarse en los días soleados,
el que a veces habla de más pero también, lo admito, el que piensa un poco de menos,
y todos los demás que siempre olvido pero que aparecen por allí, cuando apenas la miro.
Y es que todos los que callan y se ocultan quieren salir de un pozo tan profundo para decirle también, para apropiarse de mis manos, para probarla con mis labios y para sentirla revolverse con el mismo intenso ánimo.
Es magia lo que ella desata al convocarlos a tantos.

En vilo

Fecha: 23 de abril de 2019 Categoría: Historias al pasar..., Sin categoría Comentarios: 0

En las elecciones importantes, donde se apuesta el todo por el todo, debe arrojarse un «volado», pero no para que la moneda decida por nosotros.

En realidad, en el instante en que la moneda está en el aire, será cuando sabremos si queremos que caiga el águila o el sello (cara o cruz, dirán otros). Se dice que así lo hacía Arnold Rothstein. Yo le creo. Después de todo fue el amo del juego.

Sucede que sólo en el instante donde el azar toma el control y donde nuestros designios están supeditados a la Fortuna, es cuando comprendemos cuál es nuestra íntima convicción.

Sólo así, en el instante del quizás, en el punto muerto de lo que pasó y lo que pasará, es cuando por fin sabremos cuál era nuestro deseo.