Dilema plástico

Fecha: 25 de abril de 2016 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0

Fui con el cirujano plástico. Me preguntó lo que quería cambiar de mi. Le dije que para comenzar mi rostro duro y las orejas largas que me heredó mi bisabuelo, el duende (esa historia ya la conté una vez). También el color de mis ojos (quisiera tenerlos verdes, como mi madre), mis cachetes, mis párpados papujados, dos tercios de mi cuerpo, dos dedos de cada pie, un talón y unas profundas arrugas que trazan mi asombrada frente. También una cicatriz al lado de mi ceja derecha (fue cuando caí de bruces en el Jardín Libertad, andando en mi triciclo). Otro par de cicatrices de un mal pleito con un experto en la navaja (al otro le fue peor, luego les cuento). No olvidé mi calvicie y propuse también, de ser ello posible, reducir un poco las medidas de mi cabeza prominente (es un poco incómodo no encontrar sombreros de mi talla). Me dijo que era viable. Me dio una cita para mi próxima reencarnación. Me siento emocionado.

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