Dos adictos

Fecha: 8 de junio de 2016 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0

El otro día, sentado en un restaurante al aire libre, vi a un muchacho que pedía limosna en la calle. Parecía un adicto. Nadie le daba dinero y no era para menos. Se veía sucio y descuidado. Aún de lejos advertí temblores en sus manos, sin duda por la obligada abstinencia. Me sentí asqueado de este mundo que permite que las drogas arruinen la vida. Para consolarme seguí bebiendo a sorbos mi café y fumando mi cigarro, mientras saboreaba, entre bocado y bocado, un delicioso pastel que rezumba azúcar y cocoa. Es mi ritual vespertino. Sin café, azúcar, chocolate y cigarros comienzo a temblar sin control y me siento fuera de mí. El día que no tenga dinero para adquirirlos me sentaré con ese muchacho y pediré limosna para mis propias adicciones. Mientras tanto lo veo y sigo renegando de este mundo que condena a tantos a la adicción, haciéndolos perder la esperanza.

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