Dije algo, no recuerdo qué. Era una simple rebelión contra el silencio, eso que se dice sin pensarlo. Me escuché mientras lo decía y de inmediato me arrepentí. Se lo dije a alguien que pensé que me escuchaba: «no me hagas caso». Pero ese alguien estaba distraído y me respondió con una cara de duda. Me arrepentí entonces de decirle que no me hiciera caso, pues ahora insistía en preguntarme sobre lo que dije primero. Para que dejara de insistir le dije cualquier otra cosa, algo sin importancia, pero pareció tomarlo muy en serio y me respondió algo que ya no escuché bien, pues yo seguía preocupado por lo que dije primero. Otro día dejaré al silencio en su señorío y evitaré rebelarme contra él. Algunas batallas deben evitarse.