Ideas que terminan mías

Fecha: 7 de abril de 2016 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0

Alguien soltó al irse una idea tardía. Lo alcancé y le pedí que se la llevara. No la quiso. Me dijo que me la dejaba, que hiciera con ella lo que quisiera, que ni falta le hacía. Regresé abatido. No me gustan las ideas ajenas. Me siento un ladrón y no soy bueno con los fusiles. La dejé por allí, sobre el escritorio, pero no se estaba quieta. Saltaba y sonreía para que la mirara. Cuando lo conseguía me hacía gestos de ternura, como si fuera una huérfana en busca de cariño. Me desesperé y la guardé en un cajón vacío, pero al poco rato escuché sus sollozos y la rescaté del olvido. No quise usarla, pero a la vez me seguía dando pena, así que la guardé en otro cajón, en aquél donde guardo las ideas propias que no maduran todavía, las que aguardan un mejor momento, las que no tienen prisa. Allí pareció quedarse cómoda. Por lo menos podría platicar con otras como ella. Quizás con los años las ideas allí guardadas se confundan, se crucen y tengan descendencia. Quizás cuando las saque un día sean otras y sean, por fin, mías… O quizás se me olvide que alguien las dejó por allí y entonces no me dará vergüenza arrojarlas por mi boca.

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