La cámara del bullicio.

Fecha: 29 de octubre de 2018 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0

Vi un anuncio de una cabina llamada «teletransporter». A primera vista un gran invento. Se ubican en los bares ruidosos, para que los juerguistas puedan refugiarse y responder tranquilamente el celular. Ya se sabe: pueden llamar las parejas celosas que no permiten que los pobres hombres se desenreden un poco. Una vez adentro de la cabina, el mortificado sujeto puede elegir ruidos de ambiente distinto: la calle mientras se pasea al perro, la oficina trasnochadora, el cine, un poco de música suave como si se manejara de regreso al hogar, en fin. Insisto: un gran invento, pero no para mí. Nunca fui afecto a las borracheras estruendosas y cuando las seguí, hace años, estaba muy joven y ni pareja tenía, así que nunca viví tales angustias. Sin embargo, hoy solicitaría una para mi habitación, pero con algunos cambios significativos. Por ejemplo, esta cabina debería tener la opción de ruidos estruendosos, como de una gran fiesta. Así, cuando alguien me llamara los viernes por la noche podría meterme allí y pondría sonidos de alegría y sano desparpajo. Así, quien me llamara, supondría que a mis cincuenta añitos poseo una intensa vida social y que no desaprovecho los viernes para desarticularme en una alegre parranda. Incluso colocaría algunas risas femeninas, como si tuviera a un buen número de gráciles muchachas riendo con mis ocurrencias. Al colgar, volvería a mi escritorio y seguiría leyendo o volvería a subir el volumen de mi lap mientras disfruto alguna película. Suena muy bien. Creo que pediré una.

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