En secundaria leía mucho, pero no de la escuela, lecturas mías. Historia y ciencia ficción, en especial, pero también un poco de todo. Cuando aparecía algo que no entendía (una palabra, un nombre, una región, alguna referencia) hacia notas cuidadosas y después las resolvía en una visita a la biblioteca. A veces se me acumulaban y la lista se hacía enorme. Recordé eso hoy, pues leía algo de historia de la tierra de Canaán (no era la Biblia, aclaro, sino un texto de Paul Johnson) y tropecé con Amós, un escritor del siglo VIII a.C. Amós era, además de inquisitivo, dotado de preocupación social y hasta profético, un «cultivador de sicomoros». Sé que el dichoso sicomoro es un árbol que da frutos comestibles, pero lo que me intrigaba era averiguar algo del sabor de tales frutos. Hace años habría anotado por allí la duda y hecho un esfuerzo por resolverla en dilatadas consultas. Ahora sólo tomé mi teléfono celular y anoté en el buscador «¿a qué sabe el fruto del sicomoro?» La respuesta fue que es un fruto similar al higo pero mucho menos apetitoso, más insípido. Vaya, puedo hacerme una idea del asunto y seguir leyendo sin pendientes. Bendita época la que me tocó vivir. Doy gracias por ello. Por cierto, cuando alguien tenga por allí un puñado de frutos del sicomoro invíteme uno. No estaría de más probarlo.