Si yo poseo la verdad entonces no debería preocuparme por convencer a todos. Al contrario, los demás deberían preocuparse por vislumbrarla y acercarse a ella. Cuando alguien pretende convencerme me pongo en guardia: me da la impresión que quiere sentirse acompañado en un camino falso o al menos dudoso. Lo errático es menos dramático cuando vamos en manada. Creo que la verdad es tan evidente que no necesita líderes ni adalides. Muchos menos verdugos o carceleros. ¿Utopía? Quizás. Después de todo la verdad, de existir, necesita ser comprendida y difunda por alguien, al menos para indicar el camino que puede seguirse. Pero si la verdad lo es no necesita anunciarse ni imponerse. No necesita nada. Solo ser. Que la duda circundante sea problema de los dudosos, no de la verdad.