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Fecha: 26 de noviembre de 2012 Categoría: Memorias de Batalla Comentarios: 0
Señora mía, apreciable madre de este fiero combatiente.
Su hijo murió por obra de mis manos
y lo devoré con placer
después del sano despojo (derecho de guerra)
lo destacé (derecho mío).
Sí…
Le arranqué su carne a dentelladas
y después de mucho reposar lo defequé en la tierra húmeda
esa tierra que él quiso arrebatarme.
Allí se lo dejé
hecho mierda
y me negué a la higiene elemental de enterrar el excremento
lo dejé secar -a él, hecho mierda-
al aire libre
para que sintiera vergüenza de verse en tal estado.
Eso sí, murió ocmo un valiente:
su carne pasó a mi vientre
con mucha resistencia…
 
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