Miré ese jardín muchas tardes
esa banca
a esta hora en especial
soñando con besar unos labios
que nunca pude besar.
Esos labios se escaparon
tantas veces
que a fuerza de anhelarlos
de escribirlos
de saborearlos a solas
se calcaron en los míos.
Ahora ya no sé si estos labios
los que uso
con los que digo y susurro
con los que como y bebo
con los que digo discursos
poemas y desvaríos,
son los que ya tenía
los que deseaban besar
y se quedaron vacíos
o los que fueron impresos
de tanto anhelo perdido
de tanto ser deseados
quitando de su lugar
a los que fueron los míos.