Cosquillas en el ojo derecho

Fecha: 26 de enero de 2020 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0
Hace un par de días, cuando estaba por dormir, sentí una incómoda sensación en el ojo derecho. Lo rasqué, sentí alivio por un momento, pero siguió la comezón. Yo sabía, como todos lo sabemos, que ese tipo de comezón no se alivia con facilidad y que entre más te rascas más te da. Por eso, lo mejor es dejarlas en paz, aguantar el mal momento y dejar que la cosquilla pase. Pero estaba medio dormido y seguí rascando. En algún momento me dormí, pero entre sueños siguió la comezón y yo rascándome con frenesí. Cuando desperté mi ojo estaba hinchado y parecía revestido con una película transparente, como si estuviera a punto de llorar. La comezón seguía, claro, pero ya estaba en dominio de mis actos y pude evitar el rascado todo el día, ayudándome con unas gotas de té de manzanilla. Para la noche siguiente, después de casi agotar mis reservas de té, logré cierta mejoría.
 
Esa incómoda experiencia me hizo reflexionar en todas esas obsesivas comezones que provocan el mismo efecto, es decir, ganas de seguir rascando pero sin resolver la sensación inicial o incluso incrementándola. Las emociones no correspondidas son una de ellas. A veces insistimos en conseguir el amor, la comprensión, la fidelidad o al menos el buen trato de la pareja y sucede que la otra persona no tiene la menor intención de brindar lo mismo. Seguimos insistiendo y usando todas las tácticas posibles, incluso las más humillantes, pero la situación no mejora mucho e incluso se descompone más. Sé de personas que hasta violencia verbal o física experimentan (no sólo mujeres la sufren, también ocurre con hombres, aunque usted no quiera creerlo), y sin embargo siguen insistiendo en mejorar una relación que es como esos molestos cosquilleos que nunca disminuyen.
 
También ocurre en ciertas situaciones laborales: se padece una circunstancia adversa y nada de lo que allí sucede brinda la satisfacción del deber cumplido, pero allí se sigue, quizás por dependencia económica, quizás por el temor de emprender otra actividad. Todos podemos comentar aquí ejemplos a la mano y quizás hasta los experimentamos en cabeza propia alguna vez. Tengo amigos que insisten en una actividad que poco les brinda, aguardando a que mejore o que cambie la circunstancia, pero en realidad siguen experimentando frustraciones y pesares en medio de un entorno adverso o al menos indiferente.
 
Abundan esos ejemplos de cosquilleo incesante, cuya solución no es rascar y rascar, pues la incomodidad se agudiza. En esos casos es mejor serenarse, untarse un poco de te de manzanilla y seguir adelante con la mayor elegancia posible.
Compartir en

Deja tu comentario