Apuntes de la categoría: Atisbos

El rostro en la piedra

Fecha: 1 de diciembre de 2017 Categoría: Atisbos Comentarios: 0

Una vez, de muchacho, soñé con un rostro en la piedra, en medio de un cerro que con apuros escalaba. Intenté seguir escalando o deslizarme al vacío, lo que fuera, pero desperté ansioso, sobresaltado, recordando aquel rostro pétreo que entre tierra y arbustos me miraba. ‬Ayer soñé de nuevo algo parecido, pero yo dormía sentado en un sueño grato, profundo y mineral, hasta que sentía pasos torpes arañando mi cara, tan molestos que abría los ojos y veía a un joven asombrado que curioso me miraba. Lo vi titubear, parecía caer. Parpadee y ya no estaba. Volveré a dormir. Quizás el muchacho vuelva a escalarme otro día. Si es así le pediré que busque otras cumbres. A mi edad no es grato que un muchacho quiera pisotear mi cara.

El joven que llegó a Colima

Fecha: 1 de diciembre de 2017 Categoría: Atisbos Comentarios: 0

En plena intervención francesa un joven de 25 años llegó a Colima buscando un refugio donde aún latiera el ánimo patriótico. Su ciudad natal había claudicado frente a los invasores y sin disparar un solo tiro, más bien con agrado, pero Colima resistía con un digno entusiasmo liberal. Para llegar a ella debió recorrer a caballo, acompañado de su joven esposa, un peligroso camino real, con los obligados pasos por las exuberantes barrancas de Atenquique y El Platanar, en un periodo de graves disturbios donde abundaban salteadores y rebeldes. Colima recibió bien al joven letrado, quien llegó a ser magistrado del Poder Judicial y Secretario General de Gobierno (quizás el más joven de la historia local hasta el momento), durante el periodo del Gobernador Julio García. También fue director del periódico oficial y redactor en jefe de otro llamado «La Independencia», donde alentaba a la población contra las fuerzas conservadoras. Veinte años después, en 1884, publicaría en su propia imprenta sus memorias, tituladas «Algunas campañas», con el precioso testimonio de esa difícil y apasionante época. Estas memorias pueden ser consultadas en nuestros días gracias a dos ediciones recientes, una del Fondo de Cultura Económica y otra de Secretaria de Cultura del Gobierno Federal. Sus apuntes recorren los azares de la guerra, pero se detienen, con añoranza, en la cálida descripción del Colima del siglo XIX. Allí aparecen muchos de nuestros signos de identidad, algunos vigentes, otros olvidados: el Jardín Núñez, el portal, los cocos, la tuba, las palmeras, San Cayetano, El Trapiche, el puerto de Manzanillo, los ríos, los árboles cuajados de frutas y los famosos paseos a La Albarradita y La Estancia. Esas memorias también bullen con la situación política del momento, que el osado joven vivió a plenitud. La fortuna terminaría alejándolo un día de Colima y dirigiendo sus pasos hacia la capital del país, pero también hacia el prestigio político, literario y periodístico. Su nombre fue Ireneo Paz. Con los años tendría un hijo abogado que, como él, se arrojaría a una revolución (la zapatista) y después un nieto —muy parecido espiritualmente a él— al que ayudaría a criar en su casona de Mixcoac. Un nieto brillante con gusto por la poesía, la edición de revistas, el análisis político, la historia y el ensayo literario. En suma, con las pasiones de su abuelo. Ese nieto fue Octavio Paz. La historia de Colima, nadie podrá negarlo, sigue brindando sorpresas…

Tortugas que caen del cielo

Fecha: 1 de diciembre de 2017 Categoría: Atisbos Comentarios: 0

Se dice que Esquilo, el gran escritor trágico, murió en Sicilia por la torpeza de un águila que intentaba romper el caparazón de una tortuga: la dejó caer sobre la redonda y calva cabeza del dramaturgo, pensando que era una blanca roca. Es una invención, claro, pero se volvió leyenda con facilidad y, hasta la fecha, decenas de aspirantes a eruditos caen en la trampa volviendo a contar la absurda historia. No es extraño: a muchos ociosos la realidad les parece insuficiente y quieren adornarla. De cualquier forma la historia me despierta miedos y cada que voy al campo miro al cielo para ver si algún proyectil se dirige hacia mi cabeza, que es grande, redonda y sin cabellos (quedé calvo entre los treinta y los cuarenta, a pesar del matorral que presumía en mis veinte), tanto así que bien podría asemejar una roca para aves despistadas o miopes. Sé que por los campos de Colima no deambulan las tortugas. Tampoco sé de aves colimenses que rompan huesos o caparazones desde las alturas y el famoso buitre «quebrantahuesos» (Gypaetus barbatus) no anida en América, según tengo entendido, pero nunca se sabe y es preferible la prudencia. Así que si alguien me ve mirando hacia arriba no suponga, por favor, que estoy buscando ovnis: ando evitando colisiones.

Volver a ser

Fecha: 1 de diciembre de 2017 Categoría: Atisbos Comentarios: 0

Ayer fui al jardín. La tarde llena de magia. Los niños se columpiaban levantando sus cabezas al cielo y abriendo sus labios para recibir la lluvia. Fui a un columpio y los imité. Recordé que hacía lo mismo en el Jardín de San Francisco, aquellas tardes de lluvia cuando tenía esa edad. Los niños me miraron con regocijo: un hombre que desafía a los años y se deja columpiar mientras bebe del cielo. Por unos instantes volví a empaparme. Volví a ser.

Esquilín

Fecha: 1 de diciembre de 2017 Categoría: Atisbos Comentarios: 0

Leo algo de la Paideia y un esquilín negro (así les decimos en Colima a unas hormigas pigmeas) deambula por mi página. Dos veces soplé para ahuyentarlo y retornó obsesivo, distrayendo mi mirada de las líneas de Jaeger. Inadmisible aplastarlo con la punta de mi dedo: crecí con los esquilines, como todo buen colimense y respeto en lo posible sus atareadas vidas. Me resigné a dejarlo por allí, sin más trámite, pero en algún momento, mirándolo sin prisa, descubrí que no es esquilín: es una letra que perdió su lugar entre los miles de palabras. Ya tengo un rato esperando a que se decida, se forme en el hueco que le espera y se tranquilice por fin, para dejarse leer sin sobresaltos. Grecia puede esperar a que el esquilín tipográfico llegue al sitio que reclama. ‬