Vi al volcán frente a frente y lo honré con la mirada
y nadie conmigo: sólo pasaban
y el mundo, menos yo, lo ignoraba
hasta el flujo vehicular daba la espalda
y sin aviso una alegre fumarola
ofrenda al cielo
masa furiosa se agigantaba
y entonces lo entendí:
el volcán, frente a frente,
me saludaba