Volver a Marcuse

Fecha: 25 de noviembre de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 0

No había escuchado de Herbert Marcuse cuando encontré un texto de él y lo adquirí, tan sólo por su título. Era Un ensayo sobre la liberación. Tendría yo, quizás, unos 16 o 17 años y el texto me hizo suponer que yo era tonto, pues tenía que leerlo y releerlo para tener la impresión de que alcanzaba a comprenderlo. Después supe de Marcuse que fue considerado, por los jóvenes de una generación anterior, un ídolo, un símbolo de la rebelión, ocupando un lugar cercano al del Che Guevara, Mao y Ho Chi Minh. Nada mal para un filósofo de lectura complicada (por lo menos para mí). Lo volví a leer hace poco y seguí encontrándolo complejo, aún con la cabeza de hoy que considero un poco mejor dotada para entenderlo. Es curioso como una generación de estudiantes afectos a la idea de la revuelta se apoderó de este filósofo, quizás sin leerlo mucho. Para alcanzar tal sitio, cercano al del mito, un escritor debe situarse en el lado propicio de la imaginación colectiva, en el manantial donde brotan las pasiones susceptibles de ser adoptadas por muchos. Nada fácil. Por lo menos se requiere suerte y eso no es para menospreciar a nadie, ni siquiera a un filósofo… El caso es que volveré a leerlo. Ojalá siga sin entenderlo. Eso me obligará a releerlo en algún momento del futuro, cuando su nombre esté todavía más alejado de los delirios de una camada que quiso transformar al mundo. Yo no aspiro a tanto. Me sentiré satisfecho con entenderlo (a Marcuse y al propio mundo).

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