La forma inteligente de ser baboso…

Fecha: 22 de noviembre de 2016 Categoría: Nueva guía de perplejos Comentarios: 0

Los mixinos son repulsivos a primera vista (también a la segunda y quizás a la tercera). Parecen lombrices de buen tamaño, no tienen mandíbulas y sus ojos son rudimentarios. Habitan en el suelo marino y se alimentan de cualquier cosa. Pero su penosa figura esconde una maravilla biológica: son una especie exitosa, tenaz e inmutable, sin cambios aparentes en los últimos 300 millones de años. Es posible que sean los animales más antiguos del mar y, por supuesto, son mucho más antiguos que nosotros, los seres humanos, quienes además estuvimos sujetos a bruscos cambios evolutivos para sobrevivir e imponernos en la naturaleza. El mixino no necesita cambiar pues alcanzó la cima evolutiva y cuando se logran esas alturas no se requiere cambio alguno. La cumbre biológica, por supuesto, no significa dominar sino sobrevivir y el mixino lo hace muy bien. Cuando es atacado el mixino se envuelve en una desagradable baba o mucosa que puede llegar a asfixiar al depredador. Es hasta cómico observar a un tiburón retroceder aterrorizado, intentando desprenderse de la masa gelatinosa que lo envuelve. Esa mucosa no sólo taponea las branquias de los peces que le molestan, sino que vuelve al mixino resbaladizo e inaprensible. Es casi imposible agarrarlos, como lo saben los pescadores que intentan arrojarlos de nuevo al agua. No es casual, entonces, la persistencia del mixino, que sigue tan campante y ajeno a las penurias de la evolución. No es bello, claro, pero es exitoso y eso es suficiente para la madre naturaleza. Creo que acusar a un ser de «baboso» no es tan malo como parece. Desde cierta mirada evolutiva lo baboso puede ser, incluso, la cúspide de las especies.

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